Desde que te conocí

El silencio quema cuando arde en llamaradas de indiferencia,

en las mañanas más frías; como ésta.

Hoy no serví el café.

Porque no quise.

Porque la amargura del fondo de la taza

despertaba en mí las ganas de lanzarme desde el cobertizo,

al menos así el viento acariciaría mi oído

y cesaría los insultos que grita tu desdén, apatía, distancia,

alguien más a tu lado, como quieras llamarle.

Viene de ti y eso hace que cobre vida.

Provoca que se oculte bajo la cama

para acechar mis sueños

y así pensarte cada vez con más miedo.

Abrázame hoy , aunque sea mentira

para sentir que puedo ver de nuevo;

olvidar la ceguedad que me ha rodeado

con palabrerías que rondan por ahí.

A ver si tengo suerte y atrapo alguna para servirla en el desayuno,

sólo así podré saciar el hambre que me he guardado

desde que te conocí.

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